En este artículo te cuento una experiencia como docente, que me llevó a descubrir que vivir en verdad, es el camino para poder volver a construir . En este caso es un conflicto en el entorno escolar, pero nos es útil para cualquier campo de la vida.
Vivir en verdad es el camino para poder volver a construir
Muchas veces, en los conflictos del día a día, juzgamos a las personas, las etiquetamos, asumimos que nuestro criterio es el bueno. Nos posicionamos, sabemos que hay algo que no está bien, pero no profundizamos, no queremos ver lo que realmente está ocurriendo. Nos da miedo, no nos atrevemos…
Hoy os traigo una experiencia que me mostró que vivir en verdad es el camino para poder volver a construir.
Experiencia vivida
Siendo docente, una de las cosas que, a veces, te toca hacer es hacer de mediadora en un expediente disciplinario. Cuando se llega ahí han ocurrido muchas cosas previas, muchas conversaciones, muchos encuentros con los implicados, partes, escritos, llamadas telefónicas, informes…
Ahora ha cambiado la forma de hacerlo, pero mi función en aquel momento era reunirme con el alumno y su madre ( el padre no venía) leía el parte que se le había escrito por el profesor/ a, la cuidador/a de comedor, con quien había tenido o había presenciado el incidente. En esta lectura también estaba escrita la versión de los compañeros. El niño, por su parte, delante de la madre, también daba su versión de los hechos que yo escribía y luego leía también y ambos firmaban su conformidad con lo escrito.
Esa madre, me decía una y otra vez delante de su hijo. Mi hijo no es así, vosotros no lo conocéis, mi hijo no es agresivo os estáis equivocando, él es bueno.
Qué ocurrió
Ella tomó la decisión de llevarse a su hijo del centro. El día que vino a firmar la baja, en privado me acerqué a ella y le dije: Ana (el nombre está cambiado por privacidad) tu hijo es bueno como tú dices, pero tiene un problema de agresividad que debemos atender, si no lo atendemos llegará un día que te agredirá a ti también.
Varios años después, recibí en la secretaría una llamada telefónica de aquella madre. Casualmente (no creo en las casualidades) yo estaba en la sala de profesores, no tenía clase en ese momento y pude atender esa llamada. No podía hablar, tenía un llanto profundo de desgarro interior. Estuvimos unos momentos juntas sin saber realmente, ni tener ni idea de lo que había provocado ese llanto que mostraba su dolor.
Cuando pudo hablar, su primera palabra fue pedir perdón por no haberme escuchado, por no haber querido ver… En aquel momento, yo no entendía nada y le pregunté qué le había pasado.
Su respuesta fue: “Vengo de denunciar a mi hijo que me ha pegado”.
Lloramos juntas las dos aquel día, pero dentro de todo ese dolor había verdad. Esa es la verdad desde la que puede volver a construir.
Aprendizaje
Las dos aprendimos ese día que no consiste en ser bueno o malo, tener o no la razón, querer poner un nombre y medicar, en estar acertados o equivocados. Tenemos que ser capaces de ver el hecho, la realidad tal y como es, aceptarla, acogerla para vivir en verdad y encontrar desde ahí camino. Esto nos quita mucho sufrimiento innecesario.
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“ENCAJANDO LAS EMOCIONES”